Nos podemos inspirar en otros procesos constituyentes, que no tiene por qué ser soberanistas, como, por ejemplo: Bolivia, Ecuador, Chile (todavía en marcha), Irlanda, Islandia, Escocia... Hay cosas que pueden ser copiadas de estos procesos y otras no. Reconozco que a nivel de lo que es el contexto político realizar este proceso político puede tener unas complicaciones importantes de entrada, puesto que Catalunya no es un estado, y estos ejemplos que cito son todos estados. Por lo tanto, habrá que defender el proceso soberanista y a su vez darle la voz a la ciudadanía, y esto condicionará el diseño final (como ha pasado con el referéndum). Pero creo que la voluntad de que haya un proceso constituyente con fases, incluyendo la participación ciudadana y de la sociedad civil, está recogida en el articulado de la Ley de transitoriedad. Podemos decir que tiene rango de ley en el parlamento catalán.
10.- “Todos sabemos que el proceso que está haciendo Cataluña es completamente singular, y si acaba independizándose será único. Nunca antes un país de Europa Occidental se ha convertido en independiente en contra de la voluntad del Estado del que formaba parte”. ¿Cuáles dirías que son los rasgos fundamentales de ese proceso? ¿La ley de transitoriedad catalana que tipo de proceso constituyente perfila?
De momento si es un proceso singular, porque no habido un proceso de independencia en el marco de los estados occidentales, que además se haya producido en contra de la voluntad del estado matriz. Eso nos limita y nos condiciona y también explica las reacciones del estado. Creo que ese proceso constituyente será novedoso puesto que estamos hablando no de una reforma ni parcial ni integral de la constitución, sino de empezar a escribir una constitución de nuevo, sin tener un texto previo o algo que reformar. En todos los casos antes citados hay texto previo y se proponen reformas. En nuestro caso no. Entonces, tiene más sentido que la ciudadanía marque unas líneas directrices, puesto que supone el reconocimiento de su rol, y el derecho a decidir le da una justificación a todo ello. Como los borradores del principio están en blanco, tiene si cabe más sentido que el proceso sea piramidal, donde haya una primera fase donde se marquen que elementos se subrayarían. En la primera fase participativa el modelo chileno es interesante porque plantea asambleas ciudadanas descentralizadas con la ayuda de personas que están formadas para dinamizar. Entonces, la gente puede hacer Encuentros locales auto-convocados (ELA). Lo que hace la gente en primer término es deliberar sobre algunas cuestiones básicas que se le plantean. La idea es que sea fácil y sea una excusa el poderse encontrar un mínimo de personas para poder imaginar cómo debe ser la república. En la
medida de que sea descentralizado tenemos la oportunidad de conectar la ciudadanía con este proceso. Después hay que pensar una metodología de síntesis que sea lo más acertada posible. De entrada, la idea que cualquiera puede bajarse de internet una serie de formularios y puede enviarlos, realizar asambleas con unas pautas, a mí me parece muy interesante, y me parece que supera una determinada idea como la transversalidad desde el punto de origen: cualquier proceso debe ser transversal. Pero esa transversalidad se puede generar en momentos distintos: si consideras que desde el principio debe ser transversal vas a encontrar muchas dificultades porque nadie es transversal en su vida cotidiana. Todos nos movemos con perfiles de gente que comparten características sociales. Sin embargo, a nivel práctico esa idea también puede rebatirse. Lo que se observó en Chile es que ciertas homogeneidades sociales encubren una gran transversalidad política. Por poner un ejemplo: en una familia el padre es conservador y el hijo progresista; forman parte de un encuentro local, y no hay transversalidad aparente: pero esto no quiere decir automáticamente homogeneidad política. Conseguimos esa transversalidad con una articulación que debe resultar fácil, un proceso constituyente que ha de ser fácil y amable para la gente, porque todos tenemos otras cosas que hacer en nuestra vida. Hemos de buscar vías para que la gente pueda participar con los mínimos costes personales posibles. El modelo de las ELAs en Chile puede ser inspirador. Ojalá.
11.- En cuanto al debate sobre procesos constituyentes, hay una parte que vincula ese proceso dentro del estado español, y otra que lo vincula a Catalunya y a la voluntad del pueblo catalán. Tenemos la percepción de que, en este debate, una parte mezcla la idea de proceso constituyente con la de reforma constitucional. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué ventajas y qué desventajas tiene plantear un referéndum antes de llevar a cabo un proceso constituyente? ¿Y que mecanismos poner en marcha para que el peso de un proceso de este tipo recaiga sobre la gente?
Hay dos elementos para definir un proceso constituyente: una es como lo entiendes, si entiendes que es participativo desde la base o no. Y después, cual es el sujeto del proceso constituyente, España o Catalunya. Todo el movimiento social en torno a la plataforma Reinicia Catalunya reunió a todos los actores y sociedad civil que había pensado en un proceso constituyente participativo. Cuando proponía que la primera fase tenía que ser antes del referéndum, estaba dando por sentado que gente con distintas ideas de cuál iba a ser el sujeto podía participar conjuntamente. Unos defenderán que esto es practicable en España y otros defenderán que es posible en la república catalana. Nosotros defendimos que era una forma de preparar el referéndum que desgraciadamente no se ha desarrollado. Lo importante de entrada es que se entienda como algo que es participativo y después ver cuál es el sujeto constituyente.
12.- ¿Es posible un proceso constituyente para cambiar un estatuto de autonomía? ¿Y para renovar la foralidad? ¿Ves condiciones para emprender un proceso constituyente en nuestro pueblo, o hace falta una ciudadanía suficientemente activa para iniciarlo? ¿Cómo ves hoy en día a Euskal Herria? ¿En tu opinión, ha tenido influencia en Catalunya el camino histórico emprendido en EH?
Un proceso constituyente en los términos que yo he mencionado podíamos considerarlo un momento de planificación general, de pensamiento estratégico. El vínculo con la constitución me parece decimonónico: la constitución y el estado son “sólo” cajas de herramientas. Lo relevante en un proceso no es la forma final de ese documento, sino que pueda participar mucha gente y se haga en unas condiciones que tengan elementos fundacionales de una nueva etapa. Por lo tanto, ¿podría ser posible un proceso constituyente sin de entrada plantear un marco constitucional distinto? Sin duda, porque la consecuencia de un proceso es hablar de cuál es el marco institucional que mejor desarrolla esa reflexión social. Por lo tanto, un proceso constituyente, como decía Jefferson hablando de constituciones, tendría que hacerla cada generación, tener la posibilidad de tener momentos fundacionales que no nos remitan al siglo XVIII o XIX. Socialmente tenemos que poder mirarnos al espejo y ver hacia dónde queremos ir, esa mirada debe ser participada y que haya garantías de que no sea exclusiva de unas elites, sino abierta al conjunto de la ciudadanía.
Por lo tanto, no necesariamente se vincula con un proceso de independencia, pero si con un proceso de soberanía: estás diciendo que la ciudadanía es soberana para definir cuáles son las reglas de juego. En ese sentido, Euskadi lleva años como Catalunya en un proceso de soberanía. Ese paso podría ser un elemento, o un capítulo más de un proceso de soberanía que vivís desde hace décadas, o incluso siglos. ¿Está preparada la ciudadanía? Yo más que hablar de preparada, diría que, para hablar del futuro del país, al final si se dan las condiciones todo el mundo tiene ganas. La cuestión es si socialmente hay una ventana de oportunidades que permita que esa reflexión sea efectiva de verdad, que no sea un simple acto formal, y que por lo tanto se puede garantizar que aquella ciudadanía participe de manera efectiva.
Por cierto, hay que subrayar que en la mayoría de procesos constituyentes examinados la participación de la ciudadanía oscila entre el 1 y el 2%, por lo tanto, tampoco hay que imaginar grandes movimientos. Pero a nivel cuantitativo son muchos miles de personas, con lo cual está muy bien. Por lo tanto, la pregunta es si Euskal Herria está en condiciones de garantizar políticamente que esa movilización que implica un proceso constituyente tiene o puede tener una correspondencia política concreta. En el caso catalán es obvio, porque estamos en un proceso de independencia: se está planteando que eso esté conectado con la redacción de una constitución, por lo tanto, el elemento final es evidente. En Euskal Herria, ¿cuál sería el resultado (qué tipo de acuerdo y documento) en el que se incorporasen esos anhelos y esos valores? y ¿qué garantías se pueden dar de que haya una translación política de la reflexión? Esa es la pregunta. La respuesta a esa pregunta, más que la ciudadanía la tienen que dar los partidos políticos y la sociedad civil, al menos, de entrada. En general, cuando en cualquier país (en Euskal Herria es obvio) hay suficientes niveles de movilización y de interés por la política como para que pueda darse una participación del 2% de la población, si tú le llamas a deliberar sobre el país con garantías de que no están perdiendo el tiempo, la gente se activa: Euskal Herria tiene capacidad de sobra.